Existen varias historias en Tlaxcala, pero las más importantes se remontan a la Época Prehispánica.
Según la Secretaría de Turismo del Estado de Tlaxcala en su página web nos expone estas dos leyendas.
Maltalcueitl
Mucho antes de que los tlaxcaltecas se asentaran en estas tierras, cuando los Olmecas- Xicalancas dominaban bajo el decadente mando de su señor Colopechtli, había en un valle encantado por la naturaleza, dónde actualmente se levanta la gallarda mole de la “Matlalcueitl”, una aldea aborigen en la cual llamaba la atención una joven bellísima. Vestía lujosas ropas bordadas con sus plumas de quetzales y pelo de conejo y resaltaban más su hermosura otros adornos que portaba.
Una ocasión que la joven asistió a las grandes fiestas rituales de Cacaxtla, un apuesto capitán guerrero de la región de Tepeyacac la admiró y se prendó de ella, logrando saber su nombre y el lugar donde residía. Tentzo se llamaba el apasionado guerrero que logró entrevistarse con Matlalcueitl y hacerse dueño de su amor.
Algún tiempo después un caudillo totonaca se enamoró, a su vez, de la muchacha. A ésta le pareció más gallardo, jovial y valiente y cometió el delito de traicionar al capitán tepeyaqueño, quien, al notar la indiferencia de la joven se dispuso a vigilarla personalmente.
Una tarde cuando Tonatiuh descendía tras las blancas y brillantes cumbres del Popocátepetl y del Iztaccíhuatl; Tentzo, convencido de la traición de su amada, le hundió en el pecho un agudo puñal de obsidiana. En seguida, colocó su cuerpo sobre un Teocalli y se apartó del lugar si ser visto. Así “Matlalcueitl” se volvió la montaña conocida ahora como Malintzi.
Tentzo salió al encuentro de su rival Pinahutzatzin y en combate feroz el guerrero totonaca, con su macuahuitl (macana) desprendió de un golpe la cabeza de aquél, quedando convertido en un cerro, “Cuatlapanga” (Cabeza Cortada) junto a Matlalcueitl. El intruso huía hacia la costa; pero los hombres olmecas que iban a vengarse le dieron alcance y muerte, transformándose en el cerro “Cofre de Perote”, que también es conocido con el nombre de Pinahutzatzin.
Motenehuatzin
Cuando nació uno de los hijos del viejo senador de Tizatlán, dispuso que se llamara MOTENEHUATZIN (el que tiene nombre y por extensión el de renombre). El niño denotó extraordinariamente, y ya joven se educó y asistió al Cuicacalli, es decir, la Escuela de Canto.
Se le veía al surgir y ocultarse Tonatiuh, vagar por los hermosos jardines de Tizatlán, siempre llenos de flores. En los estanque alborotaba a las aves acuáticas. Las hermosas doncellas admiraban al príncipe. ¡Motenehuatzin es un cantor! Exclamaban los señores principales del palacio.
Al sazón, Tecayehuatzin, rey de Huexotzingo y afecto a los cantos habia convocado a un concurso de oratoria a los poetas de la región. Aquí Tomaban parte los de: Chalco, Tetzcoco, Tlaxcallán, Cholollán y otros, que se reunían en Huexotzingo, olvidando sus diferencias políticas y contiendas armadas.
El palacio de Tecayehuatzin estaba lujosamente adornado. En el sitio de honor se hallaban los principales señores y los cantores concursantes y el pueblo ocupaba las graderías.
Cuando llegó el más joven de los cantores: Motenehuatzin, que portaba lujosas ropas en las que resaltaban los colores blanco y rojo de los tlaxcaltecas se produjo un rumor de admiración. Al terminar el joven poeta, fue ovacionado, atronaron en la sala voces de exclamación, golpes de muchas manos sobre el piso, roncos clamores del huéhuetl y de los caracoles; y continuó con el hermoso evento de la palabra.
Motenehuatzin regresó a Tlaxcallan como triunfador del concurso, y al abrazarlo su padre le dijo: Bien mereciste llevar el nombre de Motenehuatzin, tú regirás los destinos de Tizatlán.
(En: http://www.tlaxcala.gob.mx/turismo/espanol/leyendas.html )
En el la web del Estado de Tlaxcala encontramos esta leyenda relacionada con una de las industrias más importantes y en el pasado y el presente
El Tejedor de San Bernardino Contla
El artesano es un creador de cosas bellas. Nuestro pueblo se ha distinguido por ese don de originalidad que el indígena no se dejó quitar ni aun con la colonización que acabó con la mayoría de los símbolos culturales surgidos de este mismo quehacer inspirado.
Hace muchos años, a finales del siglo XIX, se tejió el primer sarape de herraduras en el barrio de Tlacatecpec del pueblo de San Bernardino Contla,.
Cuentan los viejos de este lugar que como el barrio era tan pequeño, la curiosidad de sus habitantes hizo posible esta leyenda:
Dicen que un día un caballero muy elegante de la población de Apetatitlán subió a visitar al tejedor más sencillo y callado del barrio, quien era famoso por sus trabajos tan originales, ya que le había dado gusto a las gentes más exigentes de los alrededores.
El caballero fue de nuevo al siguiente día y así otros más, tantos que la gente se preguntaba qué era lo que quería, que el tejedor no había logrado interpretarle. Cada día contestaba a su cliente, que no lograba ninguna idea para él, que pudiera tejerse en su sarape blanco. El caballero entonces se despedía del tejedor y prometía regresar al día siguiente.
Así, cuando llegó el invierno y el artesano pensaba que no quedaría bien con aquel caballero, sucedió que al otro día en la mañana, en el tiempo en que laas heladas son más crudas, heladas negras como les dicen porque cuando los animales quieren tomar agua en los tecajetes la encuentran hecha cristales, y al amanecer hay en el piso y entre la hierba una capa muy delgada de nieve blanca, llegó la inspiración necesaria.
Subió el caballero y, sin bajar de su caballo, tocó la puerta. Salió el viejo tejedor. Por un rato se le quedó mirando y después muy contento le dijo:
"¡Señor! Ya tengo la idea para su sarape blanco".
El caballero entonces bajó de su cabalgadura, la amarró a un árbol y siguió al tejedor hasta su telar. Entonces, vio cómo el artesano empezó a labrar en su sarape blanco las herraduras negras de su caballo. Se dio cuenta el caballero que las huellas de su caballo sobre la nieve allá afuera habían sido el motivo de la inspiración. Así fue como se convirtió el sarape blanco de herraduras negras en una prenda de gala necesaria. Además, los colores que tenían daban a conocer el tipo de borregos que había en el estado de Tlaxcala, que eran de colores negro y blanco, ya que el color café era escaso y era más propio para las mujeres.
(En: http://www.tlaxcala.gob.mx/ninos/juegos.html)
Según la Secretaría de Turismo del Estado de Tlaxcala en su página web nos expone estas dos leyendas.
Maltalcueitl
Mucho antes de que los tlaxcaltecas se asentaran en estas tierras, cuando los Olmecas- Xicalancas dominaban bajo el decadente mando de su señor Colopechtli, había en un valle encantado por la naturaleza, dónde actualmente se levanta la gallarda mole de la “Matlalcueitl”, una aldea aborigen en la cual llamaba la atención una joven bellísima. Vestía lujosas ropas bordadas con sus plumas de quetzales y pelo de conejo y resaltaban más su hermosura otros adornos que portaba.
Una ocasión que la joven asistió a las grandes fiestas rituales de Cacaxtla, un apuesto capitán guerrero de la región de Tepeyacac la admiró y se prendó de ella, logrando saber su nombre y el lugar donde residía. Tentzo se llamaba el apasionado guerrero que logró entrevistarse con Matlalcueitl y hacerse dueño de su amor.
Algún tiempo después un caudillo totonaca se enamoró, a su vez, de la muchacha. A ésta le pareció más gallardo, jovial y valiente y cometió el delito de traicionar al capitán tepeyaqueño, quien, al notar la indiferencia de la joven se dispuso a vigilarla personalmente.
Una tarde cuando Tonatiuh descendía tras las blancas y brillantes cumbres del Popocátepetl y del Iztaccíhuatl; Tentzo, convencido de la traición de su amada, le hundió en el pecho un agudo puñal de obsidiana. En seguida, colocó su cuerpo sobre un Teocalli y se apartó del lugar si ser visto. Así “Matlalcueitl” se volvió la montaña conocida ahora como Malintzi.
Tentzo salió al encuentro de su rival Pinahutzatzin y en combate feroz el guerrero totonaca, con su macuahuitl (macana) desprendió de un golpe la cabeza de aquél, quedando convertido en un cerro, “Cuatlapanga” (Cabeza Cortada) junto a Matlalcueitl. El intruso huía hacia la costa; pero los hombres olmecas que iban a vengarse le dieron alcance y muerte, transformándose en el cerro “Cofre de Perote”, que también es conocido con el nombre de Pinahutzatzin.
Motenehuatzin
Cuando nació uno de los hijos del viejo senador de Tizatlán, dispuso que se llamara MOTENEHUATZIN (el que tiene nombre y por extensión el de renombre). El niño denotó extraordinariamente, y ya joven se educó y asistió al Cuicacalli, es decir, la Escuela de Canto.
Se le veía al surgir y ocultarse Tonatiuh, vagar por los hermosos jardines de Tizatlán, siempre llenos de flores. En los estanque alborotaba a las aves acuáticas. Las hermosas doncellas admiraban al príncipe. ¡Motenehuatzin es un cantor! Exclamaban los señores principales del palacio.
Al sazón, Tecayehuatzin, rey de Huexotzingo y afecto a los cantos habia convocado a un concurso de oratoria a los poetas de la región. Aquí Tomaban parte los de: Chalco, Tetzcoco, Tlaxcallán, Cholollán y otros, que se reunían en Huexotzingo, olvidando sus diferencias políticas y contiendas armadas.
El palacio de Tecayehuatzin estaba lujosamente adornado. En el sitio de honor se hallaban los principales señores y los cantores concursantes y el pueblo ocupaba las graderías.
Cuando llegó el más joven de los cantores: Motenehuatzin, que portaba lujosas ropas en las que resaltaban los colores blanco y rojo de los tlaxcaltecas se produjo un rumor de admiración. Al terminar el joven poeta, fue ovacionado, atronaron en la sala voces de exclamación, golpes de muchas manos sobre el piso, roncos clamores del huéhuetl y de los caracoles; y continuó con el hermoso evento de la palabra.
Motenehuatzin regresó a Tlaxcallan como triunfador del concurso, y al abrazarlo su padre le dijo: Bien mereciste llevar el nombre de Motenehuatzin, tú regirás los destinos de Tizatlán.
(En: http://www.tlaxcala.gob.mx/turismo/espanol/leyendas.html )
En el la web del Estado de Tlaxcala encontramos esta leyenda relacionada con una de las industrias más importantes y en el pasado y el presente
El Tejedor de San Bernardino Contla
El artesano es un creador de cosas bellas. Nuestro pueblo se ha distinguido por ese don de originalidad que el indígena no se dejó quitar ni aun con la colonización que acabó con la mayoría de los símbolos culturales surgidos de este mismo quehacer inspirado.
Hace muchos años, a finales del siglo XIX, se tejió el primer sarape de herraduras en el barrio de Tlacatecpec del pueblo de San Bernardino Contla,.
Cuentan los viejos de este lugar que como el barrio era tan pequeño, la curiosidad de sus habitantes hizo posible esta leyenda:
Dicen que un día un caballero muy elegante de la población de Apetatitlán subió a visitar al tejedor más sencillo y callado del barrio, quien era famoso por sus trabajos tan originales, ya que le había dado gusto a las gentes más exigentes de los alrededores.
El caballero fue de nuevo al siguiente día y así otros más, tantos que la gente se preguntaba qué era lo que quería, que el tejedor no había logrado interpretarle. Cada día contestaba a su cliente, que no lograba ninguna idea para él, que pudiera tejerse en su sarape blanco. El caballero entonces se despedía del tejedor y prometía regresar al día siguiente.
Así, cuando llegó el invierno y el artesano pensaba que no quedaría bien con aquel caballero, sucedió que al otro día en la mañana, en el tiempo en que laas heladas son más crudas, heladas negras como les dicen porque cuando los animales quieren tomar agua en los tecajetes la encuentran hecha cristales, y al amanecer hay en el piso y entre la hierba una capa muy delgada de nieve blanca, llegó la inspiración necesaria.
Subió el caballero y, sin bajar de su caballo, tocó la puerta. Salió el viejo tejedor. Por un rato se le quedó mirando y después muy contento le dijo:
"¡Señor! Ya tengo la idea para su sarape blanco".
El caballero entonces bajó de su cabalgadura, la amarró a un árbol y siguió al tejedor hasta su telar. Entonces, vio cómo el artesano empezó a labrar en su sarape blanco las herraduras negras de su caballo. Se dio cuenta el caballero que las huellas de su caballo sobre la nieve allá afuera habían sido el motivo de la inspiración. Así fue como se convirtió el sarape blanco de herraduras negras en una prenda de gala necesaria. Además, los colores que tenían daban a conocer el tipo de borregos que había en el estado de Tlaxcala, que eran de colores negro y blanco, ya que el color café era escaso y era más propio para las mujeres.
(En: http://www.tlaxcala.gob.mx/ninos/juegos.html)
1 comentario:
UUUHHH que mello
me alegra que difundan este tipo de tradicion como lo son las leyendas, alguna en algun tiempo por lo menos nos tuvo de dar miedo, jiji
creo que es un excelente trabajo el que estan haciendo con este blog
saludoss
Publicar un comentario